PRAGA. LA CAPITAL

20 de julio, martes.
En Praga

Amanece un día azul, soleado y aparentemente caluroso ya que la temperatura es de 23ºC a las 8,00 de la mañana. Nos cambiamos de sitio para situarnos bajo la sombra de un gran cerezo. El dueño del camping nos vende los billetes del tranvía de ida y vuelta de una duración de 1 hora, aunque dice que en 30 minutos estamos en el centro y con gestos nos avisa que llevemos billete siempre. Andamos 5 minutos hasta el tranvía nº 17 que tarda muy poco en llegar y en tan solo 20 minutos estamos en el centro. Son viejos, pero puntuales y rápidos y tienen un espacio reservado para personas que viajan con perros.

Por proximidad decidimos comenzar por el barrio judio. Pasamos por las tapias del antiguo cementerio judio (Stary Zidovsky Hrbitov) y nos asomamos por una puerta que tenía un ventanuco abierto. Pudimos ver como las lápidas se amontonaban unas junto a otras, inclinadas, rectas, tumbadas... y nos dirigimos a buscar su entrada. Dimos con la Staronová synagoga, antiguo edificio del siglo XIII que se reconoce por unos tímpanos escalonados en su fachada. Su interior nos decepcionó. Pagamos la bonita cantidad de 3000 pts por los 4, y a los chicos les dieron un ridículo sombrerito judio (a las mujeres no. Alguna ventaja tiene que tener no “pintar” nada). Me dio un ataque de risa al verlos con él manteniendo la cabeza tiesa mirando de reojo procurando que no se les cayera. Basta que intentara controlarme para que no pensaran que era una falta de respeto o “irreverencia” para que tardara en conseguirlo. El interior de esta sinagoga no merece lo que pagamos.

Seguimos buscando la entrada al cementerio que la encontramos por la sinagoga española (spanelska synagoga), cercana a la anterior pero nos piden 40 euros por los 4, lo que nos pareció una auténtica barbaridad, así es que decidimos volver a verla por fuera y comenzar nuestro recorrido por la parte vieja de ciudad, Mala Strana.

Nos acercamos a las márgenes del río Moldava para mirar hacia el puente de Carlos IV. Curiosos los códigos de barras que tienen todos los árboles de aquí. Por la Karlova, calle que une el puente de Carlos con la famosa plaza principal, Staromestske Námesti llena de riadas de gente que iban y venían por ella y por calles aledañas, llegamos a esta deslumbrante plaza, enorme con sus 9.000 m2 Frente a su famoso reloj astronómico se arremolinaba un enorme grupo de gente que apenas dejaba pasar. Y nos damos cuenta que faltaban tan solo 2 minutos para las 12 y por tanto, para que se abrieran dos ventanas por las que aparecen una tras otra las figuras policromadas de los apóstoles mientras que otras estatuas que están siempre a la vista se mueven a la vez. Terminado el “espectáculo” el grupo se disuelve y podemos comenzar a admirar este precioso reloj situado en la torre del Ayuntamiento. El sol le da de pleno, por lo que su imagen es, si cabe aún, más bonita.
A su izquierda destaca la casa “al minuto” con esgrafiados del XVII donde vivió la familia Kafka.
Pero toda la plaza es una auténtica preciosidad: en ella se suceden edificios homogeneos de elegantes fachadas que van cerrando un gran espacio interior. Las negras agujas del templo Tyn que se estiran finas hasta tocar el cielo contrastan con las pálidas fachadas de las casas contribuyendo en ensalzar más aún esta belleza. La impresionante torre del Ayuntamiento de 60 m de altura, se perfila sobre el cielo de un azul intenso. Todo se combina para conformar un conjunto casi perfecto.La plaza está cuajada de restaurantes y cafés en cuyas terrazas y a la sombra, la gente disfruta de la armonía que despide este lugar respirando su historia.
Continuamos hasta la Prasna Brana o Torre de la Pólvora, una especie de arco de triunfo dentro de la calle Real o Celetna, una de las más importantes y elegantes de esta ciudad. El templo Tyn no se puede visitar y la Iglesia de S. Jacob está cerrada, pero tienen un curioso sistema para verlas: una reja exterior desde la que se puede disfrutar de un elegante y bonito barroco, nada recargado.
Desde aquí y por calles cargadas de bonitos edificios, nos dirigimos al puente de Carlos IV que atraviesa el río Moldava y que une el Stare Mesto o ciudad vieja con Mala Strana por donde numerosos grupos de personas pasean, y que está salpicada de artistas vendedores ambulantes, músicos, cantantes y todo tipo de gente que tiene alguna cualidad artística. Incluso turistas con alguna habilidad nos deleita con una interpretación, como un oriental que viajaba con un grupo y que sacó unas bonitas notas a un curioso instrumento típico, o un coro de jovencitas que nos deleitó con una versión de una canción de los Beathels. Como el hambre apretaba, nos dirigimos hacia el puente de Carlos IV y a su entrada la panorámica es una de las más bellas que hemos podido contemplar con las torres y cúpulas del barrio de Mala Strana y arriba el castillo y las agujas de la catedral de San Vito. Cruzamos el puente sin detenerlos mucho aunque disfrutamos de cómo va cambiando sutilmente la perspectiva a medida que avanzamos por él.


Dejamos el puente para ir a la zona de Kampa, junto al río, a un parque en donde aprovechamos la sombra de sus enormes árboles para tomar unos bocadillos, tumbarnos al cesped y descansar un poco antes de continuar. La gente principalmente toma el sol.

Dejamos atrás canales, algún molino que otro y continuamos hacia Mala Strana, barrio elegante de Praga construido alrededor del castillo. Paseamos por tranquilas calles vacías casi de gente y llegamos a la bonita iglesia de Panna maria pod retezem que se abre a una cercana plaza , la Maltezske o plaza de Malta, recogida y pequeña a la que dan varios palacios, entre ellos los que son sedes de las embajadas de Japón y Holanda. En algún lugar están ofreciendo un concierto de piano y la música sale a calle envolviendonos con su encanto especial. En la cercana plaza Velkoprevorske, o del Gran Maestro a la que se asoma un bonito palacio barroco, un muro de unos 20 metros aparece cuajado de “grafitis” cada uno pintado de un color, forma, tamaño e idioma distinto, y cada uno mostrando su mensaje, aunque al parecer en este muro comenzaron a aparecer pintadas con las letras de canciones de Lennon en checo y en inglés. Es el muro de la Paz de Lennon, peculiar monumento a la resistencia pasiva de la juventud contra el antiguo régimen comunista .Sin poderme resistir, pido a una pareja el rotulador y dejo escrito en mío particular.

Desde aquí, y disfrutando de esta bonita y elegante parte de la ciudad vamos a la plaza de Mala Strana (Malonstranske) rodeada de edificios antiguos y en cuyo centro se alza la iglesia de SV. Mikulás o San Nicolas, obra maestra del barroco de Praga de un elegante interior en el que destaca un precioso púlpito de mármol.


A la salida saboreamos un delicioso helado e iniciamos el regreso atravesando de nuevo el puente de Carlos IV, esta vez despacio, admirando las estatuas del XVIII que se alzan sobre 15 pilares sucesivos a ambos lados, pero sobre todo, contemplando los artistas y sus obras, escuchando, viendo, oliendo...y tocando, ya que hacia la mitad del puente una manoseada zona debajo de una estatua indica donde tocar o poner la mano para regresar a esta ciudad. Dejamos el puente atrás y en la misma calle Krizovnicka, perpendicular al puente, buscamos el tranvía 17 que vino rápido. Eran las 5,30 y a las 6 estábamos en el camping. Después de una buena ducha, una deliciosa cena con un tiempo estupendo y de leer lo que íbamos a visitar mañana en una tranquilidad absoluta, y de reducir en 1 día el tiempo de estancia en esta ciudad ya que nos daba tiempo con 2 bien aprovechados, nos fuimos pronto a descansar.

21 de julio, miércoles
El Castillo. “Hrad”

Después de un tormentón nocturno, el día amanece igualmente soleado y caluroso. A las 10 menos cuarto salimos del camping para dedicar el día al castillo y aledaños y la zona alta de Mala Strana. Recorremos el mismo camino que el día anterior hasta la plaza Malontranske y desde aquí iniciamos el ascenso al castillo por la calle Nerudova flanqueada por numerosos edificios barrocos y que era el último tramo que recorría el Rey antes de ser coronado. Nerudova es el nombre de un poeta y escritor del que tomo el pseudónimo el premio Nobel Chileno Pablo Neruda. Al final se abre la plaza principal de Hradcany. A la derecha se contempla una bonita panorámica de la ciudad, y a la izquierda aparece la entrada al castillo. Un grupo de música clásica acompaña a todos los turistas que nos agolpamos para ver el cambio de la guardia de las 11 que resulta vistoso, marcial y regio. No hay bandera en el mastil situado en el tejado de la derecha, por lo que según leo, el Presidente no está en el palacio.

Después de hacer cola para comprar los tickets, optamos por uno familiar para ver lo más importante, ya que el castillo es en realidad un conjunto de varios edificios cuyo tamaño total es como el de una pequeña ciudad. Como pudimos observar a lo largo de todo nuestro recorrido por el país, todos los castillos o palacios, sin excepción, tienen varias rutas de visita con precios y duración distintos. En algunos, las fotos ayudan a seleccionar, en otros,se elige intuitivamente. Optamos por la zona B y pagamos por los 4, 330 koronas (11 €).

Visitamos primero la catedral de S. Vito donde se encuentra enterrado el emperador Maximiliano II de Habsburgo, su padre, Fernando I, hermano del Emperador Carlos I de España y V de Alemania y su madre. En la cripta donde se pueden apreciar los restos de la antigua basílica románica, están enterrados los soberanos bohemios: desde Carlos IV, sus esposas e hijos. El interior de la catedral es bonito pero tampoco nada especial. Quizás lo más destacable sea en la capilla de San Wenceslao que tiene más de 1.300 piedras preciosas engarzadas en la pared. Por esta capilla se accede al tesoro real que no se puede visitar y que está cerrado con una puerta con siete cerraduras cuyas llaves están guardadas en otros tantos sitios. Del exterior de la catedral resaltar la puerta de oro con 3 arcos apuntados y un bonito mosaico que resalta a la luz de sol. De aquí vamos hacia el palacio en donde se suceden las salas, semivacías, sin nada destacable.

Llegamos al callejón de oro, encantadora colección de diminutas casas del XVI pintadas en vivos colores que se apretujan contra la muralla, convertidas hoy en comercios. En el nº 22 vivió Kafka. Por la parte superior hay un corredor que es un museo que contiene instrumentos de tortura, armaduras, espadas... y una tienda donde no nos resistimos a comprar una bonita y curiosa aldaba. Nos tomamos un bocadillo en los jardines y nos dirigimos hacia el Monasterio Strahovsky subiendo por la calle Loretanska.


Atrás dejamos la gran plaza Loretanske dominada por la fachada del Palacio Czernin, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ya en el monasterio se visita su iglesia barroca en la que la combinación de frescos, mármoles y madera crean un conjunto elegante y armonioso. Pero el edificio de mayor interés es la biblioteca que guarda importantes obras entre sus más de 1.000 incunables y 2.000 manuscritos. Sus salas, de teología y filosofía, presentan un magnifico mobiliario y decoración que no tienen nada que envidiar a la biblioteca de Coimbra. Es más sencilla que ésta, pero sólo por su decoración merecen la pena ser visitadas. Otro atractivo que se suma es la escasez de turistas, ya que se debe encontrar fuera de los grandes circuitos .

Bajamos por la calle Uvoz dejando la colina Petrin a la derecha para desembocar en la Nerudova y de aquí descendimos de nuevo al puente de Carlos IV y paseamos hasta la Staromestske namesti para despedirnos de esta bonita ciudad recorriendo de nuevo esta histórica y monumental zona ahora bañada con la luz de la tarde.

Paseando por la calle Zelezna o próximas, llegamos a sv Havel donde encontramos un mercadillo al aire libre que vendía frutas y verduras de todo tipo así como otros puestos. Compramos unas deliciosas cerezas a menos de 3 € /kg entre alguna que otra fruta, pero seguiamos sin encontrar una carnicería. En realidad en los dos días que llevábamos pateando la ciudad, no habíamos visto tiendas de comestibles, sólo una en la calle Uvoz donde compramos unos melocotones enanos. Nos desorientamos algo en este entramado de calles hasta que conseguimos llegar de nuevo al puente, tomar el tranvía y de nuevo a las 6 estábamos ya en el camping habiendo cumplido nuestros objetivos, por lo que nos preparamos para partir al día siguiente, y sobre todo, buscamos información para salir de la ciudad sin perdernos, a lo que amablemente nos ayudó el dueño, muy charlatán, en checo, claro, pero muy expresivo y mal que bien, conseguí entenderle entre dibujos, gestos, indicaciones, etc. Incluso me hizo de improvisado guia “rápido” a través de un mapa de Chequia, señalando ciudades, y si eran bonitas las describía con un solo gesto, y si eran feas gruñía. Y tengo que decir que coincidió con nuestro gusto.
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