ENTRE CASTILLOS, PALACIOS Y PUEBLOS. Bouzov, Olomouc, Roznov, Kromeriz y el Kars Moravo

28 de julio, miércoles
La elegancia gótica de Bouzov y la barroca Olomouc

Km: 192
Itinerario: Mohelnice-Bouzov-Olomouc- Roznov Pod Rahostem
Pernocta: Camping Pod Lipami. Dolni Becva. 200 kc. 7€.

Amanece un día espléndido. Rumbo al castillo de Bouzov por carreteras secundarias y sin tener muy claro si íbamos bien o no, aunque a lo lejos y sobre un montículo se dejaba ver lo que parece ser el castillo del que sólo nos separan 20 km. El paisaje también precioso atravesando zonas boscosas, tupidas y espesas en las que Angel puede ver un cervatillo cerca de la carretera.


El castillo se descubre impresionante y elegante sobre una loma rodeada de vegetación espesa de la sobresalen sus rojos tejados cónicos que contrasta con el color pardo de la piedra de sus muros. Subimos hasta un aparcamiento en la que no hay ni un solo vehículo extranjero. De nuevo 3 rutas o “track”. Afortunadamente en la taquilla hay una persona que habla inglés. Elegimos la ruta A. Si el castillo por fuera es precioso por dentro parece el escenario de una película de época. No le falta ningún detalle. En la primera sala destaca la madera que cubre las paredes hasta 1,50 m así como sus impresionantes puertas en arco apuntado trabajadas en madera. Las lámparas son curiosas y bonitas, con formas humanas continuadas por la cornamenta de ciervos y en cada punta una vela. Los suelos son en relieve y de nuevo aparecen las grandes estufas en las esquinas. En la segunda sala impresiona el techo de madera y en la tercera una gran columna central de piedra que se abre como un palmera a todo el techo de esta sala jugando con el espacio. La escalera es igualmente preciosa y de una elegante sencillez. A estas estancias le siguen habitaciones que contienen una cama y junto a la ventana todas tienen una mesa con media docena de sillas. Los orinales pequeños y otros grandes están también a la vista junto con otros curiosos detalles.


Accedemos a otro patio más pequeño, pero igualmente bonito con arcos que se abren hacia él y pasamos a otras estancias aparentemente más nobles por su tamaño y decoración: habitaciones, sala de baile –la primera que vemos- y otras decoradas enteramente con frescos, salón del trono y una pequeña capilla. Realmente este castillo nos ha gustado mucho: sencillo, austero y elegante sobre todo para ser del siglo XVI.

Rumbo a Olomouc, ciudad grande con tranvías que la recorren.. Nos acercamos a la Horni Nameski, gran plaza para ver la columna de la Trinidad, declarada Patrimonio y de dimensiones monumentales (30 m de altura con una pequeña capilla interior) realizada con una combinación de piedra y cobre dorado –inédita para la época-. El blanco edificio del Ayuntamiento del XIV con su torre de 130 m, tampoco desmerece a esta bonita plaza.


De aquí a otra más pequeña, la Dolní con dos fuentes, una columna de la peste y un bonito edificio del XVI que tiene un balcón de piedra cerrado en dos alturas. Paseamos por las calles de Olomouc en dirección a la catedral de Sv. Vaclav, al final de una transitada calle, cuyo interior es espléndido y nos llama especialmente la atención las nervaduras policromadas y las vidrieras. Bonito claustro gótico y encima de éste, lo que queda de uno románico. Al salir nos detenemos a contemplar la casa del Diácono, frente a la catedral, donde Mozart se repuso de una varicela a la edad de 11 años. De vuelta admiramos el interior de la iglesia de la Virgen María de las Nieves, cuyo interior del XVIII es otra elegante muestra el barroco checo y la iglesia de San Mauricio, gótica con unas hermosas vidrieras y un maravilloso órgano que dicen que es el mayor de Moravia. Vemos menús a 50 o 60 coronas (unos 2 euros) pero lo de siempre: no sabemos qué vamos a comer y además, se nos acaba el tiempo de estacionamiento.

A las 14,30 despues de comer, salimos de Olomouc hacia Roznov Pod Rahostem, zona valaca montañosa donde hay un museo de arquitectura popular. Intentamos hacer un recorrido circular por la zona, pero primero nos perdimos y luego la carretera se estrechó peligrosamente dejando solo cabida para un vehículo. No quisimos “tentar la suerte” y dimos la vuelta para buscar un camping. El primero, en Roznov costaba 400 coronas (unos 14 euros), el segundo 350, pero a 3 km aparece otro, pequeño y muy tranquilo por tan solo 200 coronas (un poco más de 7 euros) con agua caliente incluida. El camping es de lo más sencillo: un pequeño y coqueto edificio central prefabricado con los servicios básicos, pero limpio y suficiente. Aprovechamos que la dueña hablaba inglés para pedir información de zona. Nos habla de Pustevny, lugar recomendado ya en la Oficina de turismo Checa en el que al parecer hay varias edificaciones de madera y nos vende un m apa de la zona que sobre todo contiene publicidad. A veces tenemos la impresión de que el comportamiento de algunos checos con el turismo es similar al que se daba en España a los “guiris” en los 60 o 70. En una palabra y con este suceso en concreto, sentimos que nos han cobrado por algo que es gratuito por la publicidad que contiene.

Por la noche comienza a llover copiosamente.
29 de julio, jueves.
De la sencillez popular al lujo palaciego. Roznov y Kromeriz

Km: 181
Itinerario: Roznov Pod Rahostem-Pustevny-Kromeriz-Macocha
Pernocta: Camping Baldovec (Rozstani). 264 kc. 9 €.

Amanece uno de los días más feos, lloviendo y sin aparente intención de parar. Salimos en dirección al Pustevny y ascendemos por una carretera en la que aparece la niebla haciéndose cada vez más densa. Cuando llegamos la visibilidad es completamente nula a más de 5 metros. Un vigilante del aparcamiento nos confirma que no vamos a ver absolutamente nada así es que totalmente decepcionados decidimos regresar y visitar el museo de arquitectura popular de Roznov P. Radhostem y en el mejor de los casos a ver si la niebla se disipa.


Sin dejar de llover entramos en este lugar que nos deja absolutamente sorprendidos: es un pueblo completo, totalmente de madera, no reconstruido, sino conservado como tal. Hay una “1ª parte técnica” que alberga edificios como un molino, serrería, fragua, etc. de los que nos explican su funcionamiento poniéndolos en marcha. Resulta especialmente curiosa la serrería, ya que según se manipulen los canales por donde circula el agua, ésta cae sobre una noria u otra haciéndolas girar y por tanto, que en el interior de la serrería se ponga en movimiento un aparato para serrar un tronco u otro para cortarlo a lo largo. Se deja esta “parte técnica” para entrar en el pueblo o ciudad en la que los edificios están igualmente construidos completamente de madera oscurecida: taberna, oficina de correos, hospedería, iglesia y casas particulares que pueden ser visitadas por dentro. Éstas últimas son grandes, de dos plantas, con buenas despensas con arcas o arcones que contenían harina, lentejas u otros alimentos. En la planta superior, los dormitorios tienen un buen tamaño que incluyen una mesa con sillas y en los de los niños se pueden ver los juguetes.


Las casas se disponen alrededor de un espacio abierto. Dispersos por este pueblo hay puestos en los que venden dulces típicos de la zona, que resultaron deliciosos –sobre todo comparados con los que habíamos comido hasta entonces- y un queso en tiras y trenzado. De no ser por estos puestos, parecería que el tiempo se había detenido, quedando congelado 100 años atrás. Todo el grupo de casonas de madera ennegrecida dispersas entre los enormes árboles forman un bonito conjunto que se disfruta no sólo por lo inusual y original, sino por su armoniosa belleza con el entorno.

Dejamos Roznov sin que la niebla se hubiera disipado, por lo que resignados y apenados, nos dirigirnos hacia Kromeriz a donde llegamos a las 2. Pero pasamos antes por un supermercado que resultó ser el paraíso de las ensaladas con más de una docena en el escaparate. Compramos varias que resultaron deliciosas.


Llegamos al castillo en el que entramos casi por los pelos ya que para la siguiente visita había 1 hora de espera. De esta suntuosa y elegante residencia barroca, propiedad de los obispos de Olomouc, destaca sobre todo la gran sala de la Dieta de unos 400 m2 y de una gran altura, con 22 lámparas, 8 colgando del techo y el resto en las paredes, en color blanco con estucos dorados y frescos. Una auténtica joya que se llevó 6 años de restauración y en la que se rodaron algunas escenas de la película “Amadeus”. Las bibliotecas, sobre todo la mayor, son también dignas de adminiración.

Abandonamos Kromeriz sin visitar los jardines del castillo y el de las flores, pero estábamos ya algo saturados de palacios y castillos y ponemos rumbo al Kars Moravo a Macocha, al norte de Brno. Al principio el paisaje es bastante soso, pero según nos acercamos a esta zona comienza a cambiar y entramos de nuevo en zonas boscosas donde las enormes hayas son las reinas del lugar flanqueando ambos lados de la carretera donde sus ramas se estiran hasta tocarse formando un espeso túnel de vegetación. Se alterna con espesos bosques de abetos que forman un verde y tupido muro que se eleva 20 metros a ambos lados de la carretera.

Es hora de buscar camping: el primero resulta ser algo parecido a un mini parque de atraciones gente en general bastante joven, acampada alrededor. Un poco más de 7 euros. Nos vamos a buscar otro que aparece al final de un camino estrecho mal asfaltado y enterrado en un bosque de abetos. Y está lleno de holandeses, sólo unos pocos checos perdidos. El camping es “extensible” ya que según se ha ido llenando ha ido creciendo estirándose por un bonito valle hasta casi quedar junto a las instalaciones de un campamento juvenil femenino.


Nos situamos en este límite lejos por tanto de los servicios comunes, y nos sumamos a la tarea que a estas horas predomina en el camping: la recogida de leña para hacer nuestra propia fogata y contribuir a la quema del bosque. Y la verdad es que es toda una delicia: cuando cae la noche los puntitos luminosos esparcidos hasta donde alcanza la vista señalan las hogueras que arden. Parece un campamento indio. Estar en el centro de un bosque de abetos, casi en completa oscuridad contemplando en silencio como arde la leña es un espectáculo infinitamente mejor que ver la TV y el tiempo pasó sin apenas darnos cuenta hasta que la leña se agotó.

30 de julio, viernes.
El kars Moravo y la ciudad de Brno.

Km: 132
Itinerario: Blansko (Kars moravo)- Punkevni Jeskyne-Brno
Pernocta: Camping Palava – Nove Mlyny. 150 kc. 5 €

Después de una tranquila noche, dejamos el camping para dirigirnos al kars moravo, a Blansko.

Después de esta ciudad sale una carretera al Punkva y a 3 o 4 km, acaba ésta en un aparcamiento. Son las 10,30 y cuando intentamos comprar entradas para ver la cueva más importante, la Punkevni Jeskyne nos preguntan si tenemos reserva. Al decir que no, nos piden que esperemos hasta las 13,20, lo que rechazamos preguntando si era posible algún hueco antes. Nos dicen que esperemos hasta las 11,10 y hoy la suerte nos acompaña, ya que hay sitio y entramos a las 11,40.

Con un trenecito de estos ridículos para turistas, nos suben hasta la entrada de la cueva. Ésta es inmensa aunque no espectacular en cuanto a formaciones de estalactitas y estalagmitas. Se suceden enormes salas unidas por túneles excavados en la roca. Una preciosidad una enorme estalactita de más de 1 m de diámetro con la superficie rugosa debida al agua que aún continúa cayendo.

Después de esta sucesión de salas de pronto la cueva se abre a un enorme agujero exterior de más de 100 m de alto. Al parecer es un derrumbe de la cueva, dejándola aquí a cielo abierto. El resultado es bastante espectacular. Este es el denominado “abismo de Macocha”: una antigua gruta excavada por las aguas del Punkva, carente de bóveda al fondo de unas paredes verticales de 138 m de altura. De aquí tomamos unas barcas que siguen el curso de este río por estrechos túneles y alguna que otra bonita formación para desembarcar a cielo abierto. Desde aquí tomamos un teleférico y andamos entre bosques para ver desde arriba este curioso “abismo” que es lo más característico de la zona. Descendemos de nuevo en el teleférico y en el tren hasta nuestra camper. La zona es muy bonita en cuanto a bosques y con pendientes muy pronunciadas, algo que por lo que hemos visto hasta ahora, es bastante excepcional.

Rumbo a Brno. Paramos en un restaurante en un intento de probar su comida. Intento nuevamente fallido. Del menú sólo somos capaces de entender el tituto de “sopas” y “chuletas” así es que desistimos.Llegamos a la ciudad alrededor de las 4,30 aparcando facilmente cerca del centro. Atravesamos la gran plaza Svobody muy animada a estas horas y centro topográfico de la ciudad dominada por el edificio del ayuntamiento nuevo. En una calle cercana está el Ayuntamiento viejo en cuyo vestíbulo cuelga un caimán disecado desde hace más de 300 años llamado el “dragón de Brno” del que se decía que “devoraba a las doncellas en edad de casarse” y donde está ubicada la oficina de turismo a donde entramos para preguntar dónde estaba el convento de Mendel y el horario de visita. Al encontrarse alejado de donde estábamos decidimos pasear por el centro. Llegamos a la Zelny Trh o viejo mercado de coliflores, invadida de puestos de fruta y verdura, visitamos la Catedral de los Santos Pedro y Pablo (Dom na Petrove) sin nada importante que destacar al igual que la gótica iglesia de Santiago con un interior muy luminoso pero sin nada relevante; paseamos por la calle Masarycova, a la que asomaban las fachadas de bonitos edificios muy transitada a estas horas y acordándome del gesto que el propietario del camping de Praga había hecho para describir Brno y que traduje como “sin interés”, le tuve que dar la razón y dejamos esta ciudad cuando faltaban 20 minutos para las 6, no sin antes arrepentirnos de no haber dedicado este tiempo a visitar el convento de Mendel al que ya no llegábamos al cerrar a las 6.

Tomamos la autopista en dirección Bratislava. El firme era tan defectuoso que teníamos la impresión de llevar una rueda pinchada. El primer camping que encontramos a orillas de un lago era una auténtica “cutrez”: parecían chabolas, construidas con pedazos y retales de distintos materiales, así es que nos fuimos a buscar otro en Nove Mlyny. Dos carteles anunciaban sendos camping y optamos por el más publicitario. Resulto ser el más barato de todos: 150 coronas (unos 5 €), pequeño y con gente ya que se notaba que era viernes, pero suficiente y tranquilo. Al igual que otros, es un bar o restaurante (Bistro) que a su vez atiende el camping. Aquí sólo había un lugar destinado a hacer fuego y echamos de menos nuestra fogata. Unos días más y habíamos incorporado por completo esta “afición nocturna”. Pero aquí sumamos otra: la de hacernos nuestras salchichas al fuego. Así las colocamos en unos pinchos de unos 2m de largo, comunitarios y los hicimos lentamente. La cena resulto excelente, con una deliciosa ensalada checa, otra distinta para picar, y las salchichas al fuego.
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